UNA NUEVA ERA... LA DE LA BARBARIE

Patricio Cid

El dilema entre el socialismo y la barbarie, presentado por Rosa Luxemburgo en el contexto de la Gran Guerra, resurge en nuestra era como una elección crítica entre dos formas persistentes de capitalismo: el fascismo y el neoliberalismo. En un siglo XX marcado por revoluciones y esperanzas alternativas, el siglo XXI enfrenta la disminución de esos ideales revolucionarios y un aumento en las posiciones extremas. La figura de Donald Trump simboliza este desplazamiento hacia una derecha más radical

No sabemos con exactitud lo que Rosa Luxemburgo quería decir con barbarie, cuando a comienzos del siglo XX, en la Gran Guerra,reconocía para la marcha de la historia una encrucijada inevitable: o se adopta el difícil camino del socialismo o se hunde en la barbarie.

Barbarie que se expresa hoy día con dos cabezas, ambas defensoras del sistema capitalista, una por el clásico fascismo y la segunda la postura neoliberal con un seudo corte democrático heredera de la socialdemocracia.

La propia Rosa Luxemburgo fue asesinada por la socialdemocracia alemana, que no sólo hizo sucumbir el proyecto revolucionario en ese país, sino que además aparece como la mayor responsable de que el proyecto socialdemócrata en Europa y en el mundo, asumiera la defensa del sistema capitalista y ser los mayores responsables de la debacle del movimiento popular.

El siglo XX pudo ocultar el carácter de su barbarie, en la medida que se mantenía viva la esperanza de un proyecto alternativo, primero con el triunfo de la gran Revolución Rusa a la que siguieron múltiples procesos de cambios revolucionarios en diferentes partes del mundo, (China, Vietnam, Corea, Cuba, Nicaragua), además de los procesos de descolonización y liberación en África.

En el siglo XX un hecho impide hablar de barbarie: la posibilidad de la revolución.

La existencia de un proyecto revolucionario le da un sentido a la vida dentro del sinsentido de la barbarie.

Sin embargo el proyecto revolucionario entra en crisis y hoy no se sabe si es posible su renacimiento o su desaparición.

Los múltiples brotes de rebeldía activa, de impugnación al sistema aparecen desconectados, como extraños entre sí, incluso hostiles los unos con los otros.

Se ha perdido la capacidad para impulsar un plan de acción unitario y común al resto de los sujetos en rebeldía, al mismo tiempo que el fracaso de la experiencia del socialismo real sigue golpeando las capacidades para levantar un proyecto revolucionario.

A nivel mundial y donde Chile no es una excepción, la socialdemocracia se vuelca a la derecha, y la derecha se transforma en extrema derecha, la que se transforma en fascista, y todos ellos forman parte de un proyecto que concentra el poder en pocas manos e impide un verdadero protagonismo popular.

En los países donde no hubo procesos revolucionarios triunfantes, ha existido un proyecto que intenta enfrentarse al sistema dominante, intentando diferenciarse del proyecto capitalista y la materialización de este proyecto lo ha hecho una entidad sociopolítica peculiar que se ha autodenominado izquierda y su manifestación en conceptos, mediante un discurso propio: el marxismo. Sin em- bargo este marxismo ha sido desfigurado y trastocado por las más diversas corrientes oportunistas, desde una posición que a corto andar modifica y oculta la fuente original, donde se congela y petrifica el pensamiento, pasando a otras posiciones que terminan en la socialdemocracia o directamente en defensoras del capitalismo. Debemos destacar al sector que intenta recuperar el mensaje inicial, donde destacan pensadores como Karel Kosíc, Karl Korsch, George Lukas, y en forma especial nombrar a quiénes construyeron procesos organizativos y de lucha más allá

de la academia donde destacan Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci y en nues- tro continente Mariátegui y Ernesto Che Guevara, todos los cuales apuntan que un proyecto revolucionario sólo puede ser tal si es estructuralmente crítico, es decir, si realmente es capaz de terminar con el poder dominante, si su decir resulta de una estrategia de contra decir, superando la contradicción fundamental entre valor de uso y valor, que constituyen dos formas de existencia del proceso de reproducción social. La primera, una formación social natural, transhistórica que es determi- nante y conduce al comunismo y la otra históricamente superpuesta, parasitaria y dominante que es la forma de “valor que se valoriza” y que lleva a la acumulación de capital y al entronamiento de una minoría dominante.

En este contexto, un poco trágico, asistimos en los últimos 50 años a un des- gaste de la propuesta revolucionaria y a un fortalecimiento de las posiciones de la extrema derecha.

Donald Trump, recientemente electo presidente de EE.UU., representa a esta minoría que mediante la riqueza acumu- lada, no sólo controla el aparato político, económico y militar sino que concentra en pocas personas el poder de comunicación, que con el desarrollo de la Inteligencia Artificial (AI), es capaz de manipular las mentes y las decisiones de miles de millones de personas.

Trump fiel representante de este sec- tor reúne las características que son comu- nes a gran parte de ese sector, marcados por una frialdad y arrogancia ordinaria sin compasión, atacan a los más débiles, carentes de humildad y sensibilidad no conocen la palabra honor ni solidaridad y



 

menos respeto por el otro, todo lo cual ha quedado reflejado desde los primeros días de su gobierno.

Recién llegado a la presidencia toma preso a inmigrantes para deportarlos, quita el soporte económico a minorias sexua- les que estaban en tratamiento médico, golpea con aranceles a decenas de países, incluso a sus propios aliados de la Unión Europea, a quienes les coloca un arancel de un 25%, despide a miles de trabajado- res del aparato estatal estadounidense, potencia el poder ejecutivo aumentando de este modo su propia autoridad.

Intenta pasar por encima de toda Europa con un trato despiadado con sus antiguos socios como en el caso de Volodimir Zelensky a quien trata de dictador y lo obliga a hipotecar el futuro de Ucrania. Se ríe del genocidio palestino ofre- ciendo reconstruir Gaza como un balneario para personas adineradas.

Sin embargo, este mismo Trump establece y trata de imponer un relato más cercano a la realidad con respecto a la guerra en Ucrania.

Reconoce el golpe de Estado contra el presidente electo Víktor Yanucóvich, la restricción de la democracia al ilegalizar los partidos socialdemócratas y al partido comunista, con lo cual la derecha fascista llega al gobierno, reconoce posteriormente el no cumplimineto de los acuerdos de Minsk en 2014 y 2015 para poner fin a la guerra en el Donbás en el este de Ucrania, acuerdo que según palabras de la propia entonces

La Primera Ministra de Alemania, Ange- la Merkel, significaba ganar tiempo por parte de Ucrania para reforzar sus defensas, posición instalada y apoyada con el concurso de EE.UU. y Europa.

Trump ha dejado al descubierto la hipocrasía de la derecha y de la social- democracia europea y norteamericana, que no sólo apoyaron o mantuvieron silencio frente al atroz genocidio en Pa- lestina y han utilizado a Ucrania para instalar una política belicista con un discurso anti ruso, amparados en un gobierno títere como el de Zelensky, que le permita a Europa, rearmarse y fortalecer su economía a partir de la in- dustria bèlica, para lo cual ha propues- to una inversión de 800 mil millones de

inmediato a nivel de la bolsa bursátil en el alza de los valores de las acciones de las principales empresas bélicas especialmente las francesas.

Para Trump y para el nuevo gobierno norteamericano que representa la otra cabeza de la barbarie, es el momento oportuno para evitar la debacle de EE.UU. apoyándose en la debilidad europea.

Trump necesita terminar o desemba- razarse de la guerra de Ucrania,y traspasar el muertito a Europa.

Para eso paraliza momentáneamente la ayuda militar y económica a Ucrania y exige 5 condiciones para la paz:

Cese al fuego, 2. Término del gobierno de Zelensky, 3. Acuerdo con Ucrania exigiendo la entrega de tierras raras, 4. Reconocimiento de los territorios conquistados militarmente por Rusia y 5. Crear una fuerza de paz de contención en Ucrania financiada por Europa.

Como a Europa y a sus líderes no le interesa la paz, sino por el contrario continuar la guerra, fortalecen a Zelensky en sus planes de continuar la guerra, sin tomar en cuenta las propuestas de paz expresadas por Rusia, similar a la anterior salvo el último punto con el cual Rusia no acepta.

Esto ha hecho que se agudizan las contradicciones entre Europa y EE.UU. cuyo

gobierno, impone aranceles a la Unión Europea, intentando tomar el liderazgo absoluto a nivel mundial, compartiendo parcialmente ese liderazgo con Rusia y China, al reconocer la supremacía actual del poderío militar ruso, y la mayor capacidad actual de crecimiento de la economía china.

Asistimos a un nuevo orden mundial con tres cabezas visibles: Trump, Putin y Xi Jinping, siendo Europa el gran perdedor en esta disputa.

Si bien la disputa es a nivel de las gran- des fuerzas imperiales, se abre un período prolongado de contradicciones, en una cri- sis global donde de abren múltiples posibilidades que van desde una crisis global con enfrentamientos sin retorno, hasta abrir posibilidades a todos los pueblos del mundo para que impulsen un proceso de unidad, de organización y de lucha contra los sectores que por siglos los han oprimido.

Para ello la tarea es construir un proyecto revolucionario, lo que significa impulsar la lucha que lleve a la masa de proletarios y trabajadores, aislados desesperados , indefensos a constituirse en cla- se social organizada y como contrapoder efectivo, impulsor de una alternativa política global frente al mundo de los explotadores capitalistas y frente a los miles de engañados con sus propuestas.

Se trata de no ser envueltos por la ideología dominante y mucho menos por la institucionalidad vigente que la ampara.

Es una tarea cada vez más difícil, en la medida que ya estamos en medio de la barbarie.

Pero es una tarea urgente y posible si somos capaces de llegar a los excluidos que constituyen la inmensa mayoría y demostrar que las grandes decisiones están en manos de élites minoritarias que acaparan el poder político y económico, para lo cual debemos cambiar nuestro discurso en un contexto más corto, y más agresivo, transmitiendo emotividad y esperanza en la posibilidad de construir y ser parte de un sistema distinto, donde los excluidos de hoy empiecen desde ahora a ser parte activa en la toma de decisiones de las cosas importantes y junto al entorno que lo rodea ser capaces de dar respuesta a los problemas de cada día.