¡QUÉ NOS DICEN LAS PECULIARIDADES DEL DESARROLLO CUPRÍFERO EN CHILE ACERCA DEL E

Comité Editorial La Estaca

Un reciente análisis de Claudio Lara Cortés explora las peculiaridades del desarrollo cuprífero en Chile y su relación con el enigma de la productividad. El estudio cuestiona el paradigma de la Productividad Total de Factores (PTF) y examina cómo la concentración económica y la externalización del trabajo impactan la productividad laboral en la minería chilena, con graves rezagos internacionales.

Por Claudio Lara Cortés

Introducción

¿Por qué la productividad? Como debe saberse, la productividad del trabajo nos señala la capacidad o poder productivo alcanzado por la sociedad. Más precisamente, nos indica el rendimiento del trabajo humano. Para las visiones convencionales la productividad debe ser el ‘anclar’ de los reajustes salariales. En los tiempos actuales abiertos por la Crisis Global (2008-2009) se ha extendido la percepción de que las economías ‘avanzadas’ estarían enfrentándose a un largo ‘estancamiento secular’, al igual que ciertas economías latinoamericanas, como la chilena; aludiéndose como su principal causa inmediata el marcado descenso de la productividad respecto a sus tasas de crecimiento del pasado.

Dada su relevancia y actualidad, los debates sobre la productividad atraen cada vez más la atención pública en el mundo, siendo su principal preocupación las razones de su caída tan grande y persistente. La falta de respuestas claras por parte de su paradigma dominante –la Productividad Total de Factores (PTF)– ha dado lugar al conocido ‘enigma de la productividad’.

Por cierto, si bien este breve artículo tendrá como referencia ese debate, su principal propósito será poner en evidencia algunos de los aspectos que estarían contribuyendo a la menor productividad en la minería chilena y de esta forma en el conjunto de la economía. Examinaremos dos de sus aspectos claves –concentración económica y creciente externalización del trabajo– que podrían ayudar a comprender ese rompecabezas en dicho sector, y a partir de allí pronunciarnos críticamente respecto a los principales supuestos y postulados básicos del paradigma dominante en el país.

La Crisis del Paradigma de la PTF y su Hegemonía en Chile

En los últimos años hemos estado observando la creciente incapacidad de la PTF de entregar razones convincentes acerca de la caída de la productividad. No deja de sorprender que quienes se presentaron en los años cincuenta como alternativa a la ‘productividad del trabajo’ muestren esa incapacidad. Creían, entonces, que ella era solo una medición parcial pues desconocía el aporte decisivo del capital. Por lo cual concluyeron que no existía una medida cabal de ‘eficiencia’ del proceso productivo.

Se suponía que la PTF llenaría ese vacío. Plantearon el axioma que el incremento de la producción no se explica por las contribuciones derivadas del capital y del trabajo (los factores de producción), sino por la eficiencia técnica con que los combinamos. Se reconoce que la PTF alude a esa eficiencia, considerada simplemente como un ‘residuo’ de esos dos factores, que no se explica, o no se teoriza, y que solo se mide. Sus supuestos básicos son simplemente ilusorios: el pleno empleo y la competencia perfecta en una “economía nacional”.

Cabe recordar que en los años 60’s y 70’s del pasado siglo, ese axioma y sus supuestos, que son los de la teoría neoclásica, fueron objeto de una crítica demoledora. Sin embargo, la PTF sobrevivió a ellas y tras la crisis global resurgió bajo el paraguas de la tecnocracia neoliberal y de la mano de instituciones estatales nacionales e internacionales1. Pero eso no bastó, las ‘anomalías’ que acumulaba sin darles respuestas se multiplicaban, incluyendo paradoja de los años 80. En esa década, todos esperaban que el amplio desarrollo de nuevas tecnologías pudiera estimular la productividad, pero no fue así: según Robert Solow “vemos ordenadores por todos lados, salvo en las estadísticas de la productividad” (1987). Esta famosa paradoja todavía persiste, a pesar de la aceleración de los cambios tecnológicos en los años posteriores.

Soslayando las críticas y sus crecientes anomalías, gran parte de los estudios económicos en Chile y del Banco Central tienen como “referencia exclusiva” la contabilidad neoclásica de la PTF. En el año 2016, el gobierno de Michelle Bachelet instaló la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP), pero ésta nunca consideró la productividad laboral hasta su informe 2023. Por lo demás, la CNEP ignoró del todo que la PTF fue construida para economías industrializadas y no para aquellas mayormente ‘rentistas’ que viven de la extracción de recursos naturales o actividades financieras.

La Baja Productividad en Chile y su Grave Rezago Internacional

Los datos de productividad para Chile son altamente preocupantes según las dos mediciones más utilizadas, ya sea la PTF o la productividad del trabajo. Para el primer caso, la CNEP en su informe 2023 indica que desde 2000 se ha constatado una desaceleración sostenida de la productividad en Chile, con una contribución al crecimiento promedio anual de tan solo 0,1%. En su último informe 2024 sostiene que este patrón se mantiene. Esta situación contrasta marcadamente con las mejoras en productividad registradas en los años 90, donde superaban el 3% anual.

Por su parte, en cuanto a la productividad laboral, siguiendo las dos mediciones que nos ofrece la OIT (en términos de número de personas empleadas u horas trabajadas durante un periodo determinado), ambas presentan una tendencia bajista. Así, la primera medición registra un crecimiento promedio anual de 0.66% en el período 2014-2023, trayectoria que contrasta marcadamente con los avances de productividad logrados en los años noventa y dos mil (a tasas de 4.2 y 1,7, respectivamente).

Mientras el producto por hora trabajada medido en dólares, el cálculo más relevante, promedió casi 29 dólares en igual período. De compararse esta medición con la registrada por los países de la OCDE, vemos que el monto anotado por el bloque (USD 67 por hora) más que duplica al de Chile, quién quedó relegado al último lugar del organismo (OECD Compendium of Productivity Indicators 2024). Estamos hablando de un fenómeno que tiene características globales y es altamente desigual2.

Chile ha venido quedando cada vez más rezagado debido al tipo de inserción (‘ventajas comparativas’) por la que apostó en la segunda mitad del ochenta. En ese entonces, a la minería privada (cobre) se le reservó un papel crucial, facilitado en importante medida por el escandaloso “regalo” por parte del Estado “nacional” de abundantes riquezas minerales a los capitales privados, en especial a los transnacionales, junto a facilidades tributarias. Este es el denominado proceso de “acumulación por desposesión” basado en fuerzas “extras-económicas” para sostener la expansión del capitalismo.

Ese proceso resultó ser de corto alcance (sobre todo en los años 90 y la segunda parte del 2000). El super ciclo del cobre (2003-2013) ocultó la pronunciada pérdida de competitividad del espacio chileno de explotación en la industria global del cobre debido a la caída de la productividad y de la producción (su participación en la producción mundial total ha caído de un 35% en ese entonces a solo un 24%). El boom del cobre fue una cuestión meramente de elevados precios, cuestión sobre la cual no puede pronunciarse la PTF (solo mide variables ‘reales’).

La Productividad Laboral en la Minería Chilena: Concentración y Externalización del Trabajo

A diferencia de la mera relación mercantil entre oferta y demanda, el examen de la productividad nos conduce directamente a la esfera de la producción, develándonos que no se trata de un intercambio de ‘equivalentes’, sino de un intercambio desigual entre quien ofrece su capacidad humana de trabajo (trabajador) y quien la demanda por una suma de dinero (empresario), con el fin de colocarla bajo su control y mando en el proceso de producción. Este poder empresarial implica, además, poseer la atribución de determinar la naturaleza y propósito de las inversiones, al igual que el número de trabajadores requeridos.

Por cierto, no se trata solo de una relación desigual, sino también de dependencia donde cada uno requiere del otro, pero en ésta el ‘trabajo vivo’ juega un rol activo a diferencia del pasivo de los medios de producción (maquinarias, herramientas, etc.). Es precisamente esta relación la que se conceptualiza como ‘densidad del capital’, dejando claro, además, que a mayor tamaño de la empresa, mayor será la densidad.

Concentración de Empresas Cupríferas, Productividad y Naturaleza

Durante los años noventa, el crecimiento de la inversión en el sector minero muestra un impresionante dinamismo impulsado por el desarrollo de grandes proyectos de empresas transnacionales. Estas inversiones de las ETN se agregaron a la de Codelco y todas ellas se agruparon en el Consejo Minero a partir de 1998.

Sus megaproyectos permitieron duplicar la extracción de cobre en el sector hacia fines de los noventa. Eso también significó incrementar en ese período inicial la ‘densidad del capital’ y con ello la productividad laboral. Sin embargo, debe notarse que esas inversiones se hicieron sobre todo en activos fijos a largo plazo y en enormes volúmenes, que redundan en una reducción de costos y en una mayor concentración empresarial. Como era esperable, una vez materializadas inician un proceso de ‘maduración’ y sus volúmenes invertidos tendieron a disminuir, cambiando su propia forma de inversión (“profundización de capital”), mientras las ‘nuevas (“greenfield”) que eran expansivas comenzaron a reducirse drásticamente.

Como prueba nuestra historia minera, mientras mayores sean los niveles de capital y tecnología invertidos en el tiempo, más rápido será el deterioro de la ley del mineral y de los niveles de productividad en particular. La principal razón de esto último estaría en el inexorable envejecimiento de las minas y en la consecuente disminución de la ‘Ley minera’, condicionando así los ritmos de productividad (laboral). Esto es, se requiere ‘extraer’ y procesar mayor cantidad de mineral para producir la misma cantidad de cobre fino en el tiempo3. Es decir, la mayor “eficiencia” en el uso del capital promovida por los defensores de la PTF, no hace más que acelerar el agotamiento de las condiciones naturales que afectará a la productividad (PTF), y en específico a la productividad laboral.

La Plena Externalización del Trabajo en las Empresas del Cobre

Como respuesta a la “Maldición de los recursos naturales” y urgidas por el fin del super-ciclo del cobre (2013), las grandes empresas cupríferas (privadas y Codelco) decidieron reducir drásticamente sus costos de explotación. Dado que los costos laborales representan menos del 20% del total y que los trabajadores mineros se han caracterizado históricamente por un alto nivel de conciencia y organización sindical, las corporaciones evitaron la confrontación directa y apuntaron estratégicamente a profundizar las transformaciones en las formas de organización laboral. Para ello contaron con el apoyo de la Ley laboral (1978) aún vigente y luego con la Ley de subcontratación (2007), buscando a través de ellas minar las condiciones objetivas del desarrollo sindical. Teniendo como referencia esa estrategia, las grandes empresas cupríferas sin distinción se convirtieron en las principales promotoras del esquema de externalización. Así, acentuaron con éxito el cambio entre mandantes y contratistas en el período 2014-2023, explicado exclusivamente por el significativo aumento en la cantidad de trabajadores contratistas que pasó de 178.735 a 257.657, mientras que los de empresas mandantes permaneció prácticamente igual (71.000)4.

Además, es una característica común de este tipo de trabajadores contratados y subcontratados la precariedad de sus condiciones laborales en comparación a los que se desempeñan en la empresa principal, destacándose sus niveles bajos o nulos de sindicalización, menores salarios y beneficios, inestabilidad laboral, discriminación, entre otros) (Eduardo Caamaño, Verónica Munilla y Karla Varas Marchant, 2022)

En definitiva, de acuerdo con los datos expuestos en los dos párrafos previos, puede deducirse que ha primado el interés de las empresas en profundizar aún más la flexibilidad laboral, particularmente con respecto a la externalización de los costes laborales, pero también a la externalización de riesgos y responsabilidades sociales. ¿Estas estrategias de mayor flexibilidad tienen implicancias para la productividad? Por cierto, la evidencia sugiere que muchos de esos trabajadores contratados y subcontratados son de baja productividad, a tiempo parcial y cuentan con ‘contratos de cero horas’. En otros términos, significa bajos salarios, subempleo y pocas oportunidades para el desarrollo de habilidades ante los altos niveles de rotación existentes en el sector.

Todas esas prácticas permiten a los empleadores extremar el uso “intensivo” de la fuerza de trabajo en aras a maximizar la rentabilidad (no contemplada por la PTF), en lugar de mejorar la productividad y los salarios. Estos empleos precarizados reflejan y refuerzan un mercado laboral minero sesgado a favor de los grandes empresarios. En última instancia, la productividad en la minería del cobre es un resultado inexorable del envejecimiento de las minas y de la consecuente disminución de la ‘Ley minera’, pero fuertemente agravada por la externalización que terminó ampliando la desigualdad de poder entre grandes empresarios y trabajadores.

A Modo de Conclusión

En rigor, un paradigma como la PTF que asume el equilibrio como supuesto básico no puede ser un instrumento eficaz para analizar situaciones nacionales o sectoriales que implican constantes desequilibrios, como los señalados para el mercado laboral de la minería del cobre. Asimismo, el recurso de las empresas mineras a estrategias de externalización laboral evidencia que ellas están más interesadas en intensificar el uso de la fuerza de trabajo para maximizar sus ganancias más que aumentar la “eficiencia” y la productividad como esperaría la PTF.

Sin embargo, el gran problema de la PTF pareciera ser su intento de entrometerse con los ‘recursos naturales’ (al menos de sus seguidores locales), sin poder explicar su vínculo con la productividad. Tal intento demuestra la excesiva pretensión de la PTF de agrandar su objeto de medición, exponiéndose cada vez más a desafiantes ‘anomalías’. Esta situación contrasta con la productividad laboral, que en opinión del propio documento último de la CNEP es “una medida más directa y sencilla, particularmente útil para comparaciones internacionales”. Es cierto que el paradigma de la PTF está en una fase crítica a medida que acumula anomalías, pero no se desplazará hasta que se presente uno mejor y más legitimado política y socialmente.

1 Hacemos referencia a la OECD (Compendium of Productivity Indicators), y más recientemente a la Comisión Europea a través del proyecto EU KLEMS. En ambos casos, hacen sus mediciones de manera conjunta con el seguimiento de la productividad laboral. En tanto otros organismos, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), continúan concentrándose exclusivamente en esta última.

2 China y la India representan casi la mitad del crecimiento agregado de la productividad global en los últimos 25 años, en tanto el conjunto de los ‘países emergentes explicaron el 75%. A partir de la explosión de la crisis en 2008, el crecimiento de la productividad de las economías avanzadas que venía ya desacelerándose, cayó aún más, a menos del 1 por ciento en la década 2012–22. Mientras las economías emergentes disminuyeron su productividad al 3,4 en igual período (Informe del McKinsey Institute de 2023).

3 Tómese en cuenta que los datos oficiales muestran un incremento en la inversión minera total que rondó en torno a los 10.000 millones anuales entre 2014 y 2023, monto que casi duplicó al registrado en el decenio anterior y que fue superior en más de 10 veces al anotado en los noventa. Mientras la producción minera entre 2014 y 2023 tuvo una variación negativa (reduciéndose desde 5.761,1 a 5.250,4 toneladas). En tanto, la Ley promedio del cobre continuó cayendo en este mismo período de 0,72 a 0,58 (en el 2000 era igual a 1,0).

4 Mientras los trabajadores que laboran en empresas contratistas aumentaban de 71,55% a 78,25% en el total de la planta, los que se desempeñan en las cupríferas mandantes disminuían su participación total desde 28,45% a 21,75%.

BIBLIOGRAFÍA

Cochilco (2024). Anuario-de-Estadisticas-del-Cobre-y-Otros-2004-2023.

Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP) (2024). Informe Anual de Productividad 2023.

Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP) (2025). Informe Anual de Productividad 2024.

Eduardo Caamaño, Verónica Munilla y Karla Varas Marchant (2022). Los problemas de la subcontratación en Chile. El Mostrador, 15 mayo, 2022.

Informe del McKinsey Institute (2023). “Es hora de aumentar la inversión y captar la próxima ola de productividad”.

Organización Internacional del Trabajo (OIT) (2024).

Página Web- estadísticas.